Amigos Invisibles,
Una de las razones por las que tengo diferencias con la visión de la cristiandad proyectada por la Iglesia Católica tiene que ver con la pasividad. Por eso, la concepción de paraíso/cielo como un lugar de reposo de todos aquellos que han sido buenos, que han respetado las reglas y que han dado la otra mejilla me asquea. Me duele un sistema que no promueva la figura del ser humano fuerte y emprendedor, que tome riesgos y que empuje las fronteras de la vida. El mismo Jesucristo lo describía perfectamente en la Parábola de los Dones.
Escribo esto porque a pesar de saberme filosóficamente cristiano hay elementos de la cultura griega que me captan estructuralemente, quizás por la compatibilidad respecto a mi visión del ser humano y la responsabilidad con la evolución de la raza y el avance de la cultura. Aquí entra El Elíseo. Concebido originalmente dentro de la mitología griega, el elysium se encuentra en una sección del hades, de hecho la más deliciosa y placentera y está reservada como sitio de descanso final de las almas de los virtuosos. El Elíseo de Homero se encontraba en el margen occidental de la tierra, rodeado por el flujo circular del Oceanus, y hasta allá las almas de los familiares de las deidades eran transportadas a una eternidad de dicha pura sin saborear la amargura de la muerte. Similarmente, el Elíseo de Virgilio habla de primavera eterna y de arboledas sombreadas, con el privilegio de tener su propio sol y sus propias estrellas (solemque suum, sua sidera norunt).
He aquí por qué, mis Amigos Invisibles, nos debe pesar en el alma conformarnos con una vida de pasividad y amor calmo. Aspira al Elíseo porque eres mortal, sueña con el Olimpo porque todos somos hijos de Dios.
Sunday, January 02, 2005
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