Amigos invisibles,
Lamento enterarme que otra venezolana muere.
Ya hace cierto tiempo que hablo con mis amigos foráneos sobre las ventajas económicas de vivir en un "país emergente" (ojalá algún día realmente emerjamos) y sus naturales desventajas sociales. Por mucho que uno desee sentirse privilegiado por la vida que lleva, no es cliché mencionar los infortunios que nos toca vivir a diario. Verbigracia: el pasado julio mi hogar fue robado y vandalizado; eventualmente los perpetradores fueron capturados y la mercancía "incautada" por los cuerpos policales (ciertamente, ladrón que roba a ladrón...). Sin embargo, nada me afecta más que la pérdida de un ser humano a manos de otro. Esto sucedió el día de ayer a pocos metros del lugar de trabajo de mi esposa.
El proyecto de gobierno de la administración actual ha ido mejorando ciertos aspectos de la vida del venezolano pero aún hay mucho por hacer. Obviamente, mejorar una provincia rural (80% de venezuela) es relativamente sencillo, principalmente dado por el grado de educación de la población de esas zonas y sus necesidades inmediatas. Domesticar una urbe (más aún una como Caracas: paradisíaca, contradictoria, malformada) tiene otras implicaciones más complejas y especializadas - características no divisables en el corto plazo en los planes de gobierno nacional o regional. El reto en una urbe es todavía más aspiracional en un país emergente: la incesante lucha por liberarnos de nuestra naturaleza animal.
Mientras tanto, quedamos los vivos hasta que nos reclamen los muertos. Por María: Paz a sus restos y justicia a su memoria.
Wednesday, January 12, 2005
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