Sunday, September 04, 2005

Blogging slump & Hamburgo

Amigos invisibles,

Evidentemente, no tengo que decir mucho para notarse que tengo un rato largo sin escribir por estos lares. Bajones de actualización en los blogs que visito tienden a suceder con frecuencia. Generalmente el bloguero se disculpa ante su "público" por la falta de respeto de haberles negado temporalmente su alimento vouyerista. Sin embargo, la frecuencia con la que me consigo con esas pausas comunicacionales me lleva a concluir lo siguiente: i) que con regularidad uno se consigue con ocasiones donde la intimidad reclama su espacio; ii) que más que una falta de compromiso hacia este medio es una afirmación del dinamismo de la vida contemporánea; y iii) que me parece un poco tonto creer que uno siempre tendrá algo interesante que contar, y, que ante esta disyuntiva (ser o no ser,) el silencio, si bien más aburrido, es la salida más elegante de la situación.

Habiendo aclarado esto, procedo a poner al día sobre un detalle interesante de mis últimas vivencias. Recién acabamos de llegar Naty y yo de Alemania. Nos salió un viaje corto e imprevisto por tierras bávaras, motivado por un recital lírico en Salzburgo y por el nacimiento de mi 1ra sobrina en Bochum. La verdad, esta región del planeta siempre impacta y es imposible negar la concentración de desarrollo en esta zona del globo. Donde mires, las cosas funcionan: las autopistas están en permanente renovación, los vagones del metro llegan al segundo, los edificios son óptimos energéticamente, el sistema bancario es casi antifraude y te conocen hasta la afición de tus hijos, las vaquitas pastan en los verdísimos prados con sonrisas en sus hocicos y una larga lista de 'otros' entre lo que incluyo el mejor sistema de panaderías del planeta (my apologies France, but then again you originated in the germanic tribe of the Franks). Sin embargo, el desarrollo no llega sin dolor: los impuestos astronómicos que garantizan la seguridad social de la población obliga a ver no con poca frecuencia establecimientos comerciales (particularmente me impresionó en restaurantes medios) regentados por 1 ó 2 personas que simple y llanamente no se daban abasto para atender a 40+ comensales. De igual manera (y sin la intención de entrar en ningún debate sociopolítico sobre las obligaciones civilizacionales contemporáneas relacionadas con el lenguaje y la comunicación internacional) es prácticamente imposible comunicarse con el personal más económico de la pirámide laboral. En resumen, manejen todo lo que puedan, eviten los restaurantes de las zonas más o menos turísticas, fotografíense con las vaquitas y coman en las panaderías.

Y de repente, llegamos a Hamburgo. La ciudad del puerto más grande de Alemania (ando verificando si sigue siendo el más grande de Europa) no aparenta tener las dolencias de los ciudades puerto tipo Génova, Marsella o Barcelona. La limpieza de la ciudad es prácticamente suiza, y su gente no podría estar más orgullosa de su herencia. Incluso, todos aquellos no nacidos en Hamburgo siempre conseguirán ligarse emocional y ciudadanamente: "No, I was born in Bremen but I have been here for 30 years. I came when I was a little boy, so I am practically from Hamburg". Pobre Bremen.

El finesse de su población encanta y la falta de pretención (lo cual no niega un impecable gusto) en las clases privilegiadas habla de un desarrollo en el tejido social sin par. La historia, que generalmente es una fuerte motivación de turismo, la vi opacada por los nuevos desarrollos ultra modernos. Siempre he dicho que si yo viviese en el renacimiento, estaría pendiente de Milano y no de Atenas.

En fin, me tiene un poco tocado las diferencias abismales que noté en este viaje. Supongo que todos ahora estamos más sensibles dado la nueva conciencia nacional que los últimos tiempos nos ha despertado. Sin embargo, es otra razón para mirar a los lados y apuntar hacia arriba. Nadie dijo que iba a ser fácil llegar al cielo.